El término de «ciencias ocultas» cuenta con diferentes acepciones. El Diccionario de la
lengua española (DRAE) define a las ciencias ocultas como «Conocimientos y prácticas
misteriosos, como la magia, la alquimia, la astrología, etc., que, desde la antigüedad, pretenden
penetrar y dominar los secretos de la naturaleza.», si bien se recoge en esta misma obra el
concepto de «ocultismo» como la dedicación a estas prácticas «mágicas y misteriosas».
En latín, occultus significa «escondido, secreto», definición que conecta
con la idea de que este conjunto de conocimientos recoge los sucesos paranormales, aquellos que no
pueden ser medidos o explicados a partir de otras disciplinas consideradas como ciencias físicas o
sensibles.
Su origen es incierto, pudiéndose encontrar indicios de dichas prácticas en la
Antigüedad, en gran variedad de culturas primigenias, enlazándose estrechamente con el concepto de
Dios —como entidad superior— y energía en distintas religiones posteriores. De hecho, algunas de
estas ciencias han sido descritas en libros religiosos y en las Sagradas Escrituras, nombrándose
acontecimientos relacionados con ellas en La Biblia, El Zohar, El Oráculo de Nostradamus, La Cábala
o el libro de Enoc, entre otros. No obstante, la mayoría de las actividades que se incluyen en el
campo del ocultismo fueron, durante largos años, censuradas, perseguidas y condenadas por la
Iglesia Católica, destacando las acciones de la Inquisición.
Es precisamente a partir del capítulo 6 del libro de Enoc —parte de la Biblia de
la Iglesia ortodoxa etíope y del Tanaj judío— donde se describe en cierto modo el origen de estas
ciencias a partir de una leyenda. En ella, interpretando y mezclando de alguna forma varios textos
bíblicos, se sitúa el nacimiento de dichas prácticas antes del Diluvio Universal, y se narra cómo
doscientos Ángeles caídos descendieron a la Tierra y mostraron a las mujeres diferentes
encantamientos y hechizos, que, más tarde, derivarían en la brujería y el esoterismo.
El mundo de las ciencias ocultas ha sido atacado más allá de la religión,
contando con escépticos que se escudan en la inexistencia de demostraciones científicas para
criticarlas. Es más, según muchos científicos, estas «ciencias» ocultas son simplemente
pseudociencias, basadas en hechos y conocimientos no demostrables.
Sin embargo, cuenta también con un buen número de defensores. El profesor suizo
Georg Luck (1926-2013) en su libro Arcana mundi: magic and the occult in the Greek and Roman
worlds, relacionaba estos conocimientos y prácticas con el alma humana, conectándonos de manera
directa a la
magia
y al ocultismo. En esta obra, el autor recoge además diferentes textos de la Antigüedad donde se
describen milagros, prácticas de adivinación y ejemplos de
magia,
alquimia y
astrología.
Luck creía firmemente en los poderes ocultos e ilimitados que duermen en el interior del ser humano
y en cómo éstos beben del universo en sí.
Esta supuesta relación entre el cosmos y la naturaleza con los poderes latentes
del individuo consigue incluso hacerse un hueco a día de hoy en los estudios de antropología y
filosofía, convirtiendo a las
ciencias ocultas
en una herramienta más para acceder a las estructuras sociales actuales.
Además de esta amplia noción, se denomina ciencias ocultas a un género literario
que reúne temas sobre el misterio, el mundo espiritual, y explicaciones alternativas a
acontecimientos denominados «extraños» o paranormales.
De esta forma, y viendo los aspectos en común de ambas acepciones, podemos
considerar que las
ciencias ocultas
son aquel conjunto de conocimientos y prácticas —recalcando especialmente la praxis del término—
que presentan un enfoque mistérico de la sociedad y las diferentes culturas, centrándose
fundamentalmente en los sucesos paranormales y en el mundo espiritual; enlazando al ser humano y a
su aparente poder interior con la naturaleza y el universo. Así, podrían utilizarse de guía en la
filosofía, la antropología y la psicología, como método alternativo para acceder al saber, más allá
del uso de la razón pura.