La magia es una rama de las ciencias ocultas muy extensa, con la cual se pretende, a
grandes rasgos, realizar un acto o producir un efecto que ignore las leyes naturales y al cual no
se le debe buscar causas y explicaciones razonables. La
magia
es, entonces, un camino hacia lo oculto, lo que está más allá de nuestra percepción. Para aceptar
el efecto mágico, debemos primero rechazar el conocimiento clásico, la lógica y la razón. La magia
no puede ser explicada de la misma forma que una ciencia natural.
Podemos encontrar muchos tipos de magia: la magia blanca, la magia negra
—relacionada con la
brujería—,
la piromancia, la invocación de espíritus, los augurios, los hechizos, el chamanismo, el animismo,
el ilusionismo, el vudú... Todo aquello que no puede ser explicado con la lógica y las leyes de la
naturaleza, podría ser apreciado como magia.
En la Antigüedad se consideraba magia a todo aquel fenómeno inexplicable, ya
fuera a través de una materia —magia natural— a través de un ente espiritual o sobrenatural que no
pudiera ser detectado —magia no natural—, como son las invocaciones, la adivinación o la cábala.
Así, incluiría los elementos, pero también todo fenómeno natural que no podía ser explicado en
aquellos tiempos. Es más, antes llamábamos «magos» a los astrólogos, a los numerólogos, e incluso a
los primeros alquimistas.
Es por ello que se considera a la magia como el estado anterior a la religión.
Antes, cuando el ser humano era incapaz de explicar los fenómenos de la naturaleza o los sucesos
considerados paranormales, se les asignaba a estos un carácter mágico. Después, pasaron a
explicarse con la religión. Esto relacionaría, también, a la magia con el concepto de mito.
Pero la magia está más íntimamente relacionada con la hechicería, y esta, a su
vez, con la
brujería.
El mago podía ser un hombre más sabio que el resto, un sanador, alguien que obraba maravillas. Con
esas capacidades, acababa formando parte del escalafón más alto de las sociedades.
En nuestros días, la magia es rechazada por las religiones, aunque hay
manifestaciones de ésta muy populares, sobre todo en el mundo de la adivinación: el tarot, la
quiromancia,
la lectura de mentes, la hipnosis, los
talismanes,
los amuletos de la suerte o las
runas, entre otras.
Podríamos decir que, en realidad, el concepto de «magia» incluye al resto de las
llamadas
ciencias ocultas,
ya que todas, de alguna manera, se relacionan con hechos inexplicables por las ciencias naturales.
Sin embargo, cuando pensamos en la magia, nos viene a la cabeza una imagen diferente. Normalmente,
pensamos en un mago o en una bruja, realizando un hechizo, ya sea invocando al fuego, generando una
tormenta o haciendo florecer una planta en escasos segundos. Eso es para nosotros hacer algo «por
arte de magia». Aunque también se incluyen los trucos de cartas, las actuaciones de los llamados
magos como Dynamo, muy famoso hoy día, o los clásicos trucos de magia que podemos ver en
televisión.
La magia que podríamos considera clásica, la que relacionamos con la hechicería,
es a día de hoy un extenso género literario, y encontramos grandes sagas y películas que se basan
en la idea de magia. Es gracias a todas esas obras de la ficción que a día de hoy muchos llegan a
creer que la magia existe.