La astrología es el estudio de los cuerpos celestes —su situación y movimiento— en relación
con el ser humano. Se basa en estudiar la posición inicial de un astro en el momento del nacimiento
de la persona, asignándole de esta manera al individuo su signo zodiacal, y, a partir de éste, una
determinada conducta y unos rasgos de personalidad que serían comunes para todos los nacidos bajo
el mismo signo.
Este conjunto de conocimientos es considerado parte de las llamadas
ciencias ocultas,
estando presente desde la Antigüedad —muy unido a la Astronomía en diferentes civilizaciones, hasta
el Renacimiento, pasando a ser tomado como superstición—, y, por tanto, una mera
pseudociencia.
La astrología fue, al igual que la mayoría de ramas de las ciencias ocultas,
condenada por el cristianismo. La Iglesia acusaba a este estudio de los astros de ir en contra de
su doctrina, aunque no fue perseguido de la misma manera que otras de las disciplinas mistéricas,
que sí llegaron a ser tachadas de
brujería.
Es más, durante la Edad Media, no son pocos los monarcas que contaban con un astrólogo entre sus
consejeros.
Es en el Renacimiento cuando la astrología pasa a ser un simple arte
adivinatorio. Nicolás Copérnico declaró, aún con la negativa de la Iglesia católica, que los
planetas se movían alrededor del Sol, y no alrededor de la Tierra, contradiciendo así a los
astrólogos. De esta forma, la
astrología
pasó a ser, como reconoció el matemático alemán Johannes Kepler, una simple maniobra para sacarle
el dinero a nobles y reyes.
La astrología centrada en el horóscopo se desarrolló, según algunos estudios, en
Egipto durante los siglos I y II a. C., aunque se considera que la rama más antigua se desarrolló
en el periodo védico, anterior al Hinduismo.
Así, el método más utilizado por los astrólogos de hoy en día es la llamada
carta astral. Ésta es una representación del cielo, dividido en doce sectores iguales, que
recoge las posiciones de planetas y estrellas en un lugar y una hora determinados. A partir de este
mapa, se realiza la interpretación y la posterior predicción.
Con esto, los signos que se corresponden con los sectores —Aries, Tauro,
Géminis, Leo, Sagitario, Cáncer, Virgo, Libra, Escorpio, Capricornio, Piscis, Acuario—, se
corresponden a su vez con la posición de los cuerpos celestes, y pueden agruparse por elementos
—fuego, agua, tierra y aire—, o por cualidades —fijos, mutables y cardinales—.
Estos signos zodiacales podrían considerarse exclusivos de la astrología
occidental. En la astrología india, la visión es diferente, al menos en la
interpretación de los astros, centrándose únicamente en las estrellas que no se mueven. Por su
parte, la astrología china
diferencia los signos según el año del nacimiento de la persona en lugar del día, asignando a cada
uno un animal.
En la actualidad, la astrología se ha reducido a la adivinación y al horóscopo,
pero mantiene un complejo mapa de cuerpos celestes, incluyendo al Sol y la Luna, donde se observa
la posición desde la Tierra, y, a partir de ésta, se enumeran las diferentes características de los
signos mediante un lenguaje simbólico.
Es precisamente este tipo de lenguaje simbólico que vemos en libros
supuestamente especializados, o defendido por «grandes astrólogos» lo más señalado de manera
negativa, y son muchas las teorías astrológicas refutadas a base de duras críticas: los gemelos
temporales, las parejas y la relación con sus signos, la inexactitud de sus predicciones, el punto
de vista geocéntrico, etc.
Para terminar, debemos tener claro que la verdadera astrología poco o nada tiene
que ver con las predicciones zodiacales que encontramos en la prensa cada día, pues la metodología,
tomada de manera seria, necesita de una gran cantidad de cálculos y mediciones que no se tienen en
cuenta en las supuestas adivinaciones que se publican en los periódicos.